Wednesday, January 02, 2019

Somos piedras de un templo. San Ignacio de Antioquía



IX... por cuanto vosotros sois piedras de un templo, preparadas de antemano para un edificio de Dios el Padre, siendo elevadas hacia lo alto por medio del motor (instrumento) de Jesucristo, que es la Cruz, y usando como cuerda el Espíritu Santo; en tanto que la fe es vuestro cabrestante, y el amor es el camino que lleva a Dios. Así pues, todos sois compañeros en el camino, llevando a vuestro Dios y vuestro santuario, vuestro Cristo y vuestras cosas santas, adornados de pies a cabeza en los mandamientos de Jesucristo. Y a mí también, tomando parte en la festividad, se me permite por carta estar en compañía de vosotros y regocijarme con vosotros, para que no pongáis vuestro amor en nada que sea según la vida de los hombres, sino sólo en Dios.

X. Y orad sin cesar por el resto de la humanidad (los que tienen en sí esperanza de arrepentimiento) para que puedan hallar a Dios. Por tanto, dejad que tomen lecciones por lo menos de vuestras obras. Contra sus estallidos de ira sed mansos; contra sus palabras altaneras sed humildes; contra sus vilipendios presentad vuestras oraciones; contra sus errores permaneced firmes en la fe; contra sus furores sed dulces. Y no sintáis celo de imitarles desquitándoos. Mostremos que somos sus hermanos con nuestra mansedumbre; pero seamos celosos en ser imitadores del Señor, emulándonos unos a otros por ser cada uno el que sufre la mayor injusticia, el que es más defraudado, el que es más destituido, para que no quede ni una brizna del diablo entre vosotros, sino que en toda pureza y templanza permanezcáis en Jesucristo con vuestra carne y con vuestro espíritu.

XI. Estos son los últimos tiempos. Por tanto seamos reverentes; temamos la longanimidad de Dios, para que no resulte en condenación contra nosotros. Porque o bien temamos la ira que ha de venir o amemos la gracia que está presente ahora —lo uno o lo otro—; siempre y cuando seamos hallados en Cristo Jesús como nuestra vida verdadera. Que nada relumbre ante vuestros ojos, aparte de Aquel en quien llevo mis cadenas, mis perlas espirituales, en las cuales quisiera levantarme de nuevo por medio de vuestras oraciones, de las cuales sea suerte poder participar siempre, para que pueda ser hallado en la compañía de los cristianos de Efeso, que han sido siempre unánimes con los apóstoles por medio del poder de Jesucristo. 

San Ignacio de Antioquía, Carta a los Efesios, 9, 10 y 11