Wednesday, November 21, 2018

Liturgia Interior II - André Louf. OCSO


En su corazón, la liturgia interior no puede detenerse nunca. San Epifanio, obispo de Chipre, recibió de sus monjes la siguiente comunicación: Gracias a vuestras oraciones, somos fieles a todas las reglas. Tercia, Sexta y Nona se celebran con cuidado y exactitud Pero Epifanio les reprendió: ,Entonces a veces de-jáis de rezar! ¿No pensáis en las demás horas del día? Un verdadero monje lleva la oración y los salmos en su cora-zón de un modo constante.• Gracias a su oración interior, el más aislado ermitaño está en contacto permanente tanto con la iglesia de aqui abajo como con la iglesia de allá arriba. Su soledad está siempre poblada, dice san Pedro Damiano en Dominus vobiscurn, que habla de una soledad plural. Por alejado que esté de la comunidad litúrgica, allí está él siempre muy presente, con la presencia por excelencia, según la unidad irrompible que le liga, allí donde se halle, a la iglesia. Un siglo más tarde, el cisterciense Guillermo de Saint Thierry da in paso más.

En su famosa Carta de oro que escribe a los cartujos de Mont-Dieu. aplica a la relación entre las liturgias interior y exterior los términos que la teología latina utilizará para los sacramentos: la liturgia exterior es sacramentum, la interior, res. La primera es signo de la segunda, y su realidad más profunda, su res, no la encuentra más que en aquélla: La celda es el santuario del siervo de Dios. En el templo y en la celda, y más en la celda que en el templo, se realizan los misterios divinos. En el templo sólo alguna vez, visiblemente y en figura. tienen lugar esos misterios de nuestra fe cristiana, pero en la celda, igual que en el cielo (in cellis yero sicut in coelis), la realidad misma de tales misterios se celebra sin cesar, en toda su verdad y según su propia estructura, aunque todavía no en toda la majestad de su esplendor ni con toda la seguridad que únicamente puede dar la eternidad.» Notemos aquí este juego de palabras  entre cielo y celda, coelum y cella. En la página precedente de su Catta de oro, Guillermo la explota para subrayar el nexo entre la liturgia de la soledad y la del cielo: .Lo que en el cielo se cela, también se cela en la celda. Lo que se hace en el cielo. también se hace en la celda... vacar a Dios (vacare Deo), gozar de Dios frui Deor... Únicamente los misterios celestes se celebran en la celda. Así celda y cielo están muy cercanos... El camino de la celda al cielo
no es difícil, si es que lo hay, para el alma de quien ora...

Con mucha frecuencia de la celda se sube al cielo.. Por tanto, por solitario y escondido que esté, el hombre que ora nunca está solo. Su liturgia pertenece ya al cielo y sigue siendo siempre para la iglesia. Esta liturgia penetra hasta el corazón del mundo y hasta el nudo central de todo. Un fragmento de un himno siríaco inédito, de san Efrén (siglo V) describe este misterio según el estilo poético que le es propio:

Quien celebra, totalmente solo, en el corazón del desierto.
constituyo una numerosa asamblea.
Si se reuniesen dos para celebrar entre las peñas,
millares, miríadas, estarían allí presentes.
Si tres se reúnen.
una cuarta persona está entre ellos:
si son seis o siete,
son doce mil millares los que se han reunido.
y si se enumerasen,
llenarían de oración el firmamento.
Cuando están crucificados sobre la roca
y señalados con una cruz luminosa.
la iglesia está fundamentada;
cuando están reunidos.
el Espíritu se cierne sobre sus cabezas.
Y cuando terminan su oración.
el Señor se levanta y sirve a sus servidores.


André Loud. OCSO

El Espíritu ora en nosotros